jueves, 27 de mayo de 2010

MASONERIA Y METAFISICA.


Mi tesis es simple y breve: MASONERÍA Y METAFISICA son términos equivalentes, pues la primera no existiría sin la segunda, opinión que baso en las reflexiones que siguen:

A cualquiera de nosotros le resulta fácil imaginarse a los seres humanos prehistóricos, asombrados ante los meteoros atmosféricos,  y la sucesión de las estaciones climatológicas, con su renovación de plantas y animales, sucesos y patrones repetidos, que les ayudaban a planificar la caza y la recolección de los alimentos vegetales vitales para sus subsistencia, además de lo sorprendente que serían para ellos, tanto los nacimientos como la muerte, así como el miedo que experimentarían (no muy diferente al nuestro) al presenciar y sufrir los cataclismos de aquella naturaleza tan convulsa.

Para ellos, todo formaría parte de los misterios, por lo que no es difícil deducir, que se plantearían preguntas, cuyas respuestas -obviamente- no estarían aún a su alcance, por lo que "inventaban" aquellas que más y mejor les tranquilizaran ante tanto desasosiego; ahí nacieron los mitos, que han continuado "inventándose" y utilizando durante miles de años, hasta el advenimiento de la Ciencia, y esos mitos dieron lugar a las religiones.

Alguien ha escrito que: Los dioses se hacen, no nacen. 

De ahí que  desde los albores de la humanidad hasta el inicio de la era científica, es evidente -y comprensible- que la metafísica cumplió un papel necesario, dado que era  el único vehículo que el ser humano poseía, para transitar por sus incógnitas.

Me refiero a la Metafísica con mayúscula, es decir, la que intenta conocer el Universo y sentir "emoción cósmica", obviamente muy lejos de la metafísica sin base de los visionarios.

Pues bien, algo tan evidente no lo tiene en cuenta la masonería, que aún en nuestros días, se ha inventado y desarrolla mitos,  para convencerse a si misma y convencer a los demás, que son un grupo especial. A cualquier observador neutral ese proceder no puede por menos que resultarle anacrónico.

Sin embargo, en los albores del siglo XXI,  continuar postulando la metafísica  como necesaria para alcanzar el conocimiento, es además de un arcaísmo, nadar contra la corriente de nuestro aquí y ahora, o en román paladino, una mandanga.

La metafísica se diferencia de la ciencia, en que ésta es revisable y falsable y, aquella no. Karl Popper. Y sin recordar quien es su autor, he leído en algún sitio, que la metafísica es magia revestida de ciencia.

Y no olvidemos que la principal premisa del Circulo de Viena -creadores del positivismo lógico- fue que lo que no es verificable empíricamente no tiene sentido. Obviamente la antítesis de esa premisa, es la especulación metafísica en la que "reina" la masonería, ya que con ella nada puede ser probado.

Estas son mis creencias a las que he aludido en anteriores reflexiones en este blog.

Pues bien, al leer los “ensayos” (planchas masónicas en su argot) de la anterior entrada, me percaté que en ellos ésa metafísica se mostraba sin recato alguno en todo su esplendor; eso sí, revestida con los ropajes del discurso científico:

“Lo que voy a intentar argumentar esta tarde”. Debería añadir: utilizando significados flotantes. Pues es claro que en el “ensayo” no aparecen otros argumentos más que los metafísicos.

“…que ofrece (la masonería) unas herramientas conceptuales”.  Niego (al igual que podría atestiguarlo un observador neutral)   que sus símbolos puedan ser considerados conceptos, ni desde luego los psicodramas  a los que denominan ritos, ya que ambos -símbolos y ritos- son utilizados en la masonería, mediante términos ambiguos que relativizan sus discursos.

Decía, que esos ropajes no logran ocultar la multitud de términos ambiguos, que remiten a la “totalidad” de una manera difusa y vaga, método claramente anticientífico. Algunos de esos términos son: espíritu, hombre, ser, conciencia, realidad, sentido del ser, esencia, ideas, etc.

Por ello, me interesa destacar que en los citados "ensayos", ése intento de ocultamiento de  lo que no son otra cosa, que  discursos  metafísicos repletos de retórica hueca, es el motivo que me impulsa a bosquejar estas pinceladas, para expresar mi opinión sobre los mismos.

Es decir, sus autores no utilizan conceptos, usan significados flotantes con los que pueden trasgredir cualquier límite epistemológico; pues con ellos, es sumamente fácil ofrecer una explicación de las cosas –todas- según les convenga, ya que los repetidos términos, no aluden a referentes precisos, con lo cual pueden salvar sin dificultad las lagunas del conocimiento humano y, arrimando el ascua a su sardina, llegar a todo tipo de “conclusiones”, meta del discurso metafísico masónico, como los que comento.

La teoría de la tierra plana y la astrología, también pretendían explicar hechos, al igual que pretende hacerlo el autor del pseudoensayo citado; sin embargo, sus explicaciones son tan inútiles como las teorías mencionadas.

Wittegenstein en el prefacio a su Tractatus, escribe: Todo cuanto puede decirse se puede decir con claridad; y sobre aquello de lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio.

Por otra parte, los problemas –como evidenciaré más adelante- que tratan esos “ensayos”, son de índole rigurosamente metafísica, por cuanto son completamente insolubles, ya que no tiene sentido todo aquello que no es comprensible a nivel de la razón humana, aún cuando sus autores se encuentren como pez en el agua, disertando sobre ellos y provocando debates estériles, como los que quizás habrán generado en sus logias, cuando fueran presentados los “ensayos” mencionados; debates que nunca les conducen a ninguna solución, dado que las proposiciones que contienen esos términos, en realidad no son proposiciones, son pseudoproposiciones, es decir combinaciones de vocablos carentes de sentido, o lo que es igual, metafísica masónica con la que pontifican sobre “lo divino y lo humano”. Desde luego, con ínfulas epistemológicas, aún cuando no contengan ningún dato  empírico.

Citando de nuevo a Wittgenstein: “Las proposiciones metafísica son una sarta de sinsentidos, pretenden decir lo que no pueden decir.

Es necesario reflejar, que uno de los autores (en el “ensayo” más extenso) asume explícitamente que la masonería ocupa su tiempo en esos estériles debates, cuando dice: “Compromiso por cuanto que la masonería no es un simple laboratorio de especulación…”, “explicatio non petita", etc., etc.

Evidencia palpable de la obsolescencia de la masonería, que continúa anclada en los inicios de la filosofía, cuando creían que todo lo conocible podía descubrirse reflexionando en solitario o en compañía, de ahí que todos los planteamientos de la masonería se basen en la era pre-científica, aún cuando la física nos haya demostrado -tiempo ha-  la imposibilidad de comprender nada por la vía del pensamiento especulativo.

Es decir,  con el uso -y abuso- de ése lenguaje pleno de significados flotantes, el autor proclama explícitamente que la masonería se atribuye un conocimiento, que realmente no posee,   cuando escribe:

“Todos los elementos simbólicos de nuestro método masónico, conducen a ese fin, nos muestran el camino, nos dosifican el esfuerzo, nos gradúan los obstáculos”.

“…1) dar sentido a la vida, 2) adueñarnos de nuestra originalidad y 3) resolver el tema de la Muerte.

Está meridianamente claro, que pretender deducir la realidad mediante la realización de sus propios valores es una falacia moralista.

Por otra parte, esa pretensión de  "dar sentido a la vida" es la evidencia palpable de la mentalidad religiosa que subyace en la masonería, ya que aún cuando la disfrazan con sus invenciones simbólicas, todos sabemos que hacer esa pregunta -sin contestarla explícitamente-, remite a lo sobrenatural, ya que defiende que la vida debe tener sentido.

Deberían ser honestos y asumir las implicaciones de aquello que defienden.

A pesar de su rotunda afirmación, no pueden –o no deberían- pretender una relación causal entre sus símbolos y ritos, y lo que ofrecen conseguir con ellos, es decir, ése “conocimiento de la arquitectura íntima del ser humano”, y lo cierto es que tampoco pueden acreditar empíricamente, que lo han conseguido, pues, ninguna actividad metafísica que se separe de la ciencia, puede conducir a resultados válidos, “No se puede decir nada de la nada”.

Continuando con las pinceladas, entresaco sólo unas pocas frases del citado “ensayo” más extenso, con el objeto de evidenciar que se trata, sin lugar a dudas, de un discurso metafísico, pues, pontifica sin dejar ningún resquicio a la duda,  sobre el viejo problema del fundamento y las posibilidades del ser y/o del conocer. ¡Es osado el autor!.

 
“El ser humano, es un-ser-en-el-mundo.

“…en la provocación de este encuentro con sí mismo, con su ser…”.

“…para pensar adecuadamente acerca de nuestra esencia y nuestro ser…”.

“…vuelta a la casa donde el Hombre esencial se encuentra con su ser”.


Ya David Hume en el siglo XVIII, estudió la falacia naturalista (que es la que emplea el autor de tan "profundas reflexiones") que la origina el desconocimiento de lo que significa la diferencia entre "ser" y el "deber ser", es decir que algo debe ser de una determinada manera, porque así lo entiende alguien.
Y ya en el apogeo del “ensayo” ¡por fin!,  no tiene empacho en transmitirnos el “conocimiento” que posee la masonería y, ahí el discurso se convierte en metafísica fuerte, pues, trata descaradamente de utilizar el modelo de discurso científico, al aludir a temas que sólo podrán ser conocidos a través de la Ciencia.

“…una pedagogía que le es propia y que denota un gran conocimiento de la naturaleza y la psicología humana”.

Este discurso es la evidencia palpable sobre la falacia de la masonería (o al menos del autor), que emplea su tiempo en exponer "su conocimiento masónico"; sin aportar pruebas sobre si ése conocimiento ha sido probado experimentalmente y por tanto si tiene sentido; es decir, sólo es un claro ejemplo de que hacen pseudociencia.

Según Richard Feynman, la prueba de todo conocimiento es el experimento; el experimento es el único juez de la "verdad".

“Por eso la estrategia que emplea la Masonería, en un primer tramo de su recorrido, para alcanzar su objetivo es centrar su atención en el conocimiento de la arquitectura íntima del ser humano”.

El autor obvia ¿o desconoce? la necesidad de considerar los factores sociales, así como la modificación del ambiente del entorno humano por la creación de nuevas formas sociales, es decir la dinámica del cambio social, ya que es otra obviedad que los hombres son los autores de la historia, y que determinados cambios en la estructura económica repercuten en la conciencia y en la conducta humana.
¡Sorpresa!. Después de leer esos párrafos, mi asombro no tiene límite; hasta ése instante, desconocía que la masonería con sólo sus especulaciones metafísicas, hubiera realizado tan enormes avances “científicos”, mientras que la Ciencia –a pesar de su constante investigación empírica- lleva empleados 3.000 años en tratar de entender el mundo en el que vivimos y aún no se ha acercado al conocimiento profundo de la vida humana. De ahí mi sorpresa, pues, según el autor la masonería ya posee ése conocimiento.
Esa rotunda afirmación de poseer un conocimiento exclusivo, exige ineludiblemente las pertinentes pruebas; dado que  el comunicante no las aporta, es lícito pensar que falta a la verdad, es decir, en "román paladino": no es más que un embaucador de mentes acríticas.

Hasta ahora, estaba convencido que sólo la biología genética estudiaba la estructura profunda de la vida, cómo también lo hacen la psicología social y la neurobiología, con aportaciones asimismo de la antropología cultural, la sociobiología y la primatología, ciencias que se ocupan de la vida social y la cultura, y que tratan -mediante el método científico- de conocer los elementos que componen esa estructura, y cómo interactúan entre sí esos elementos.

Ciencias que han sido agrupadas en la más reciente de ellas: la PSICONEUROINMUNOBIOLOGIA, que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mente y la fisiología del ser humano.

De ahí que toda esa palabrería que emplea la masonería, para decir sin empacho que "conoce la arquitectura íntima del ser humano", no sean más que paparruchas de iletrados.

No obstante, felicito a la masonería, por haberse adelantado a todas esas ciencias y conocer ya la "arquitectura íntima del ser humano", y quedo a la espera de la publicación de la correspondiente comunicación científica.

Es inconcebible tanta desfachatez, que además encierra una cierta dosis de peligrosidad, ya que aquellos que lean acríticamente ése ensayo, pueden dar verosimilitud a tamaño despropósito sobre  que la masonería posee ese conocimiento, que con tanto descaro, -no exento de ignorancia, debido a su "monocultivo" intelectual- proclaman.
Ese monocultivo mediante la retórica hueca de la metafísica masónica, quizás les impide percatarse que después de  Nietzsche, la filosofía ha renunciado a la búsqueda del ser, del fundamento y de la verdad, es decir que -desde entonces- entramos en el pensamiento postmetafísico.

Otro monumento a la metafísica masónica del autor, es su referencia a la exégesis y hermenéusis. 
 
También en mi ignorancia, hasta ahora creía que la exégesis sólo se realizaba con los libros sagrados de todas las religiones (¡ay! ése subconsciente que anhela convertir "de derecho" al masonismo en otra religión); sin embargo, el autor nos dice que en el masonismo también se practica “la exégesis hermenéutica de la vía iniciática persigue el mismo fin: el desvelamiento de lo que hay de sagrado…en nosotros…"; asimismo, cuando habla de la HERMENEUSIS VIVIDA, debería aplicarse el cuento y determinar mediante ella , el significado exacto de las palabras con las cuales ha expresado sus pensamientos, pues, como él conocerá, ésa es la misión de la hermenéusis y, no la que él le adjudica metafísicamente.

Y como traca final, en el último párrafo del “ensayo” se destapa el pseudosociólogo, profetizando sobre futuros procesos históricos y políticos, proponiendo la unidad a costa de la diversidad; anulando así las diferencias.

A quienes como el autor de tan "sesudo" estudio, pretenden haber descubierto con la masonería, la fórmula de la sociedad perfecta, los desautoriza explícitamente Karl Popper, quién tiene escrito que es impredecible la evolución social e histórica. Leer y estudiar a tan insigne filósofo, es una buena idea para dejar de creer a estos "sesudos" engañabobos, que prometen el paraíso en la Tierra, eso sí, siempre que sigas sus doctrinas. Otros lo prometen en otra vida... tal para cual.

En nuestros días, el reto al que se enfrenta la capacidad de predicción, -según distintos científicos de talla mundial- pasa por integrar con éxito la filosofía y las ciencias sociales y conductuales, junto con las ciencias físicas y la ingeniería. Todo lo demás (como la filosofía que  emplea el "erudito autor de la plancha", que sólo llega a metafísica) son pamplinas de iletrados.

Obviamente, la unidad que preconiza la disfraza de utopía, estrategia muy querida en la masonería, pues, ¿Quién podrá verificarla .?

Al proponer esa unidad a costa de la diversidad, está anulando explícitamente las diferencias personales  en aras de su unidad ideal, y está haciendo patente su anhelo de totalitarismo, de tan desagradable memoria.

Y volviendo a Karl Popper, en su libro "La miseria del historicismo" dice: Para los totalitarios, la única manera de reformar la sociedad es hacerlo de arriba a abajo, limpiando la pizarra de instituciones tradicionales, creando un hombre nuevo que abandone el individualismo y egoísmo de la sociedad abierta. Sabemos por experiencia a donde conducen  tales experimentos".

No entiendo –asumo los límites de mi comprensión- ése denodado esfuerzo por proclamar teorías y utopías cuasi soteriológicas, relativas a la historia futura, si se es consciente ¿lo son ellos? de los límites –también en ésta disciplina- del conocimiento de los seres humanos; al menos así lo manifiestan reputados filósofos cuando escriben “que no se puede afirmar nada de modo absoluto con respecto al curso de la historia, hasta que no se hayan descubierto las leyes de su desarrollo".

Más le valdría vivir el presente, utilizando la racionalidad que poseemos todos los seres humanos, y dejar de auto engañarse a sí mismo y a los demás.

¿Quizás proclaman esas teorías de unidad utópica, para adueñarse de la realidad construyéndola a su capricho, para que moldeando al individuo éste encaje en esa “sociedad ideal” y acepte su doctrina masónica?.

Es evidente que al autor comparte con los intelectuales decimonónicos el utopismo, con que se manifestaban aquellos, al dar por realizable cualquier situación imaginable, quizás por estar anclado emocionalmente en aquella época de especulaciones metafísicas y opiniones arbitrarias.

Resumiendo; es un discurso sin sentido epistemológico, pues, ¿Qué nos dice?, ¿Qué información nos proporciona?, ¿Cuáles son las conclusiones a las que llega?. En mi opinión, NADA y NINGUNAS. Es sólo una milonga masónica.

Es decir, todo el discurso es sólo especulación metafísica, pretendiendo ser un saber de hechos, pero de hechos que por su naturaleza están más allá del ámbito de la experiencia, “más allá de la cual, no hay conocimiento auténtico”, según Hume y; "más allá de la experiencia sensible no hay lenguaje significativo, no hay palabras a las que se pueda asignar un significado”.

A mayor abundamiento, en una ocasión, el físico Robert W. Wood, en respuesta a una pregunta dijo: La diferencia entre física y metafísica, no es que los practicantes de una sean más inteligentes que los de la otra. La diferencia es que la metafísica no tiene laboratorio.





Por otra parte,  evidencian que no han leído la Autobiografía de Charles Darwin, cuando dice: "Creyendo como yo lo hago que el hombre será , en un futuro lejano, una criatura mucho más perfecta de lo que es ahora, resulta intolerable la idea de que él y otros seres sensibles están condenados a una completa aniquilación al cabo de un progreso lento y continuado".
Mucho después, los físicos ratificaron que todas las formas de vida, no importa lo avanzadas que estén, perecerán cuando el propio Universo muera. 

Muerte que -según esos cosmólogos- se  producirá por congelación.

Y a la luz de dichas certezas -que nos proporciona la ciencia-,  pregunto ¿Qué objeto tiene la metafísica rudimentaria de estos y otros  charlatanes?.

La falacia de esos “ensayos”, es la usual en cualquier escrito metafísico: solo pueden tener interés para los autores y sus adláteres, ya que aquellos no pueden pretender –o no debieran-, que sus lectores u oyentes imparciales, participen del significado que ellos adjudican –el que fuere- a los significados flotantes que emplean.

Es decir, más que “teóricos del conocimiento masónico”, solo son aficionados a la metafísica, ya que mediante ella intentan expresar su actitud emocional ante la vida, teorizando sobre el mundo en el que se han anclado, tratando de expresar sueños y deseos de ése mundo.

Obviamente, ésa actitud emocional, la expresan los poetas con más belleza y más estilo que estos masones, empeñados en construir discursos disfrazados de científicos, con los que intentan ocultar su especialidad…la de ellos: metafísica pura y dura de expertos  charlatanes y similares.

En resumen:

La Ciencia sirve para comprender las cosas, es decir, nuestra realidad.

La metafísica para especular.

La Ciencia trabaja con teorías, que al ser verificadas se convierten en paradigmas, hasta que otra teoría las refuta.

La metafísica trabaja con la ignorancia y el misterio, lo que conduce a una especie de cogorza conceptual que distorsiona la realidad.

Es decir, el objetivo de la Ciencia es establecer leyes, regularidades, exactitud y certeza y para ello los científicos -hasta ahora- han empleado 3.000 años para tratar de entender el mundo en que vivimos.

El objetivo de la metafísica masónica, es oscurecer las mentes, ya que no puede explicar nada que tenga visos de verosimilitud.

Y para finalizar, JESUS MOSTERIN en Ciencia, Filosofía y Racionalidad. (Gedisa Editorial, Barna 2013) escribe: "Una filosofía alejada de la Ciencia, con frecuencia degenera en mera palabrería y verborrea, en la que las citas y los juegos de palabras no logra restablecer el contacto con la realidad".
Isaac Newton escribió: “Físicos, guardaos de los metafísicos”.





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Me autodenomino LIBREPENSADOR, ya que sigo el pensamiento de JOHN STUART MILL, cuando en su libro SOBRE LA LIBERTAD (1859)dice: SI TODA LA ESPECIE HUMANA NO TUVIERA MÁS QUE UNA OPINIÓN, Y SOLO UNA PERSONA TUVIERA LA OPINIÓN CONTRARIA, NO SERÍA MÁS JUSTO EL IMPONER SILENCIO A ESTA SOLA PERSONA, QUE SI ESTA SOLA PERSONA TRATARA DE IMPONÉRSELO A TODA LA HUMANIDAD, SUPONIENDO QUE ESTO FUERA POSIBLE.